El SEAT 600 renace con todo su glamour
El 27 de mayo de 1957 sale de la fábrica que la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT) tenía en la zona franca de Barcelona el primer SEAT 600.
La fecha es todo un símbolo para la historia reciente de nuestro país, ya que el pequeño utilitario sirvió para motorizar la España franquista de los años sesenta. Gracias al SEAT 600 muchas familias pudieron estrenar coche, con la libertad de movimiento y el significado social que ello suponía, y también sirvió para que las mujeres se quitasen el miedo y pudieran sentarse al volante de un coche.
Ahora hace, por tanto, cincuenta años de aquella revolución social que salió de una fábrica de coches para que el SEAT 600 ha marcado la juventud de muchas personas que recuerdan con nostalgia aquel tiempo. En las calles de las grandes capitales, en los pueblos o las pequeñas ciudades como Sóller, el 600 significó un paso adelante y poco a poco el pequeño utilitario fue ganando terreno y adeptos hasta convertirse en todo un símbolo. Aunque muchos recuerdan hoy calles y plazas de Sóller con la estampa de un SEAT 600 aparcado en cualquier rincón o circulante cargado de fardos y gente.
Este semanario ha reunido en la Plaza de la Constitución una decena de 600 que aún circulan por el asfalto y los polvorientos caminos de las afueras de este valle que no se resigna olvidarlos. De la mano de un pequeño grupo de aficionados que ha trabajado en la conservación o restauración de estos coches, el SEAT 600 recobra todo su glamour de antaño, al menos en las calles de Sóller.
El Club 600 Balear es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja para la recuperación de este vehículo. De la mano de su presidente José Ángel Escalas y el sollerense Lorenzo Oliver -un alrededor de un SEAT 800 cuatro puertas y la otra de un 600- han acompañado a Jaume Fondo, Andreu Castañer, Bartolomé Bernardo, Carlos Cruz, Pedro Crespí, José Pérez, Jaume Bauzà y Pere Casasnovas en el peculiar puesto de foto que organizó Voz de Sóller un concurrido tarde Sóller en el que los 600 aparcados en Plaza se convirtieron en toda una atracción turística. Las decenas de fotos que se hicieron son un buen ejemplo y la visita inesperada del alcalde Guillem Bernat también.
Durante la entrevista posterior, los propietarios de 600 explicaron que el SEAT «es un coche de época, es un todo un clásico» de los que «tenemos que conservar los pocos que aún circulan».
La mayoría de 600 que todavía hay por Sóller son vehículos que han sido restaurados a base de muchas horas robadas al tiempo libre. De estar arrinconados han pasado a ser unos vehículos clásicos «con glamour porque es un símbolo de nuestra nación», asegura Escalas, no sin destacar la labor de conservación que promueve la entidad que preside.
Lorenzo Oliver, en cambio, afirma que el 600 «liberó la mujer y sirvió para que mucha gente pudiera comprar su primer coche» dado que se empezaron a vender por 65.000 pesetas y al final de su producción su precio no sobrepasó las 85.000.
Como bien recuerdan estos aficionados conservacionistas «el 600 nació como príncipe y murió como un rey». El por qué, las más de 800.000 unidades que se fabricaron. En Sóller se empezaron a vender a finales de los años sesenta, cuando Jaime Fondo abrió el primer concesionario de la SEAT en Sóller.
Una restauración simple
Los miembros del Club 600 Balear coinciden en resaltar que restaurar un 600 no es un capricho que desbarate excesivamente el presupuesto familiar. Dada la simplicidad de la mecánica y la sencillez en sí de todo el coche, una restauración que deje como nuevo un coche «puede costarnos entre 4.000 y 5.000 euros», teniendo en cuenta que mucha mano de obra la aportan los mismos aficionados que necesitan poco más que un destornillador, unos alicates y una llave inglesa para ir al grano.
Una curiosidad que vale la pena resaltar es que encontrar piezas de 600 no es tan difícil como uno se pueda pensar. En la actualidad se pueden comprar piezas nuevas de trinca a precios asequibles, ya que muchas fábricas que elaboraron estos materiales conservaron los moldes y ahora, gracias a ellos, se siguen realizando piezas de todo tipo. Desde faroles, bombas de agua, desde un radiador, el plato que embellece la rueda. Tanto es así que están convencidos de que hoy en día, 34 años después de dejarse de fabricar, el SEAT 600 se podría volver a fabricar para que se conservan todas las planchas y los mecanismos necesarios para su producción en cadena. Las actuales medidas de seguridad que incorporan los coches de hoy en día, sin embargo, harían legalmente imposible su reproducción.
La SEAT y la Citroën son dos marcas en las que es fácil encontrar recambios de modelos antiguos, explican.
Una vez que el 600 ya está restaurado su mantenimiento «es muy simple y barato» y sólo hay que «poner en marcha al menos un pico al día y de vez en cuando ir a dar una vuelta». Los más atrevidos, como el presidente del Club 600 Balear han llegado a hacer algún viaje, como el que no hace demasiado hizo hasta Madrid con su flamante 800 cuatro puertas de color amarillo.
Cada 600 es un mundo diferente, casi irrepetible. Emulando la moda que hoy se conoce como el «tunning», cada uno de estos utilitarios presentan alguna diferencia que los hace únicos. Uno le ha añadido un marcador para conocer la temperatura del agua, la otra una colección de miniaturas a la parrilla posterior, mientras que un tercero le ha colocado un porta-bultos con unas cestas de época. Otros símplemente han decantado por recuperar el vehículo tal y como era el día que salió del taller por primera vez.
Todos ellos tienen en común la mecánica y la carrocería que hicieron del pequeño coche, que en castellano también se conocía como el «pelotilla» en alusión a su forma redondeada.
Bajo el capó trasero, se esconde un pequeño motor de entre 600 y 800 centímetros cúbicos (según la fecha de fabricación del coche) que desarrollaban unos escasos 30 caballos de potencia. Los suficientes como para que muchas familias enteras se pudieran apiñarse en un SEAT 600 y emprender una aventura por encima del asfalto, para conocer aquel camino que antes tenían que hacer a pie, en la Vespa o símplemente sobre un carro.
El SEAT 600 hoy es un mito y así lo atestigua el club balear que pretende recuperar la joya de la automoción española.