La robótica y las emociones

Si ahora se dañase la prefrontal de su cerebro, su..

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La robótica y las emociones

Si ahora se dañase la prefrontal de su cerebro, su vida cambiaría de forma radical. Podría razonar y realizar ejercicios lógicos, pero se desconectaría emocionalmente. La neurología ha descubierto que a pacientes con esta condición les resulta imposible discernir qué decisión es la más adecuada.

Sin emociones, elegir es muy complicado; por eso nos preguntamos ¿por qué no dotar de emociones y de sentimientos a estructuras tan lógicas como los ordenadores? ¿Se convertirían así en entes más avanzados y con mayor autonomía en la toma de decisiones?

Rodney Brooks es el director del laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT (Massachusetts Institute of Technology) en Estados Unidos, el centro más avanzado del mundo en robótica. Destaca por sus trabajos en ingeniería de robots humanoides que expresan emociones.


Eva Loste:

¿Para qué queremos que se emocionen los robots?

Rodney Brooks:
Hemos incorporado a nuestros robots modelos emocionales (a alguna gente le molesta que lo llamemos emociones, porque afirma que las máquinas no pueden tener emociones, así que simplemente hablamos de modelos emocionales). Pero funcionan de un modo parecido a las emociones en los seres humanos, y realmente consiguen que al robot le resulte más fácil elegir entre las miles de cosas distintas que puede hacer a cada segundo. Esto le proporciona cierta orientación general al robot y, como la capacidad emocional parece algo muy primitivo y básico en los humanos, hemos decidido incorporarla a nuestro    s robots.

EL:
O sea que los robots todavía no nos superan en la capacidad de emocionarnos…

RB:
Durante los últimos siglos de nuestra historia, el género humano se ha ido viendo despojado de todo aquello que lo volvía especial. Hubo un tiempo en el que la Tierra era el centro del universo, pero llegó Galileo y nos lo arrebató. Seguíamos siendo distintos de los animales… hasta que Darwin también nos quitó esa idea. Bueno, todavía nos quedan las emociones, solamente la gente y los animales tienen emociones. Como cuando Garry Kasparov perdió ante la máquina de ajedrez Deep Blue en 1997… ¡Había perdido! Toda una vida de trabajo, y lo había derrotado esa máquina; pero lo que dijo fue: «bueno, por lo menos no ha disfrutado ganándome». Seguía siendo especial: tenía emociones, la máquina no. Y, por cierto, la máquina no tenía emociones en absoluto, ¡tenía razón! Él sentía emociones y la máquina no. Pero creo que, en el futuro, nuestros robots sí tendrán emociones, ¡y el pobre Kasparov tendrá que encontrar otra cosa para sentirse especial!

EL:
El día que las máquinas se emocionen, ¿ya no seremos especiales?

RB:
Nos gusta pensar que somos distintos de las máquinas pero si aceptamos la ciencia moderna, de un modo reduccionista, vemos que nos ha reducido a máquinas. Cuando un bioquímico habla de cómo algunas moléculas de nuestro cuerpo se agrupan en el sistema inmunitario, no dice: «Y entonces intercede el alma y decide dónde se formarán las moléculas». Se trata de explicaciones mecanicistas. Así que tenemos estas explicaciones mecanicistas en los niveles inferiores, y la hipótesis de trabajo de la ciencia moderna es que no hay nada más: estamos formados sobre estos mecanismos de nivel inferior. Creo que eso resulta muy difícil de aceptar, porque las personas piensan en sí mismas de una manera totalmente distinta. ¡Yo también lo hago! Cuando miro a mis hijos, no pienso: «¡ahí va una máquina!» sino: «ahí está mi hijo, al que quiero con locura». De modo que recurro a dos niveles muy distintos de explicación. Y creo que estamos acostumbrados a hacerlo, los científicos que también son religiosos y utilizan dos niveles distintos. Y no me parece que sea un problema, simplemente forma parte de nuestra naturaleza humana: tenemos múltiples niveles de entender el universo.

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EL:
¿Cómo se construye un robot con emociones?

Rodney Brooks:
A nuestro robot, Kismet, le incorporamos un modelo emocional. Se trataba de un programa informático con muchas variables que representaban distintos aspectos sobre si el robot estaba alegre, animado, solo… Kismet luego exteriorizaba su estado emocional, de modo que sus expresiones corporales se correspondieran con eso: su entonación, su voz, el tono de su voz… todo ello correspondía a su estado emocional. E hicimos experimentos con gente en los que probábamos distintas expresiones para el robot, y le pedíamos a la gente que las catalogara como una expresión alegre, triste, o asustada, lo que fuera. Hemos recurrido a la población para diseñar las manifestaciones emocionales de Kismet, para que gente corriente interpretara las manifestaciones emocionales del robot de un modo que se correspondiera con nuestra clasificación de su estado emocional interno.


EL:

¿Se trata de emociones verdaderas o de un simple modelo de emociones?

RB:
Me parece que es una pregunta difícil de responder. ¿Hasta qué punto son complejas las emociones humanas? Son bastante complejas… ¿Pero cuán complejas son las emociones de un perro? ¿Y las de un ratón? A medida que pasamos a animales más y más simples, los estados emocionales también parecen volverse más y más simples. ¿Y dónde está el punto en el que coincide lo que podemos incorporar a los robots hoy en día con lo que tienen los animales más simples? No estoy seguro de que lo sepamos todavía.

EL:
Quizá, la clave esté en cómo la gente reacciona a esas emociones…

Rodney Brooks:
Es muy interesante observar la interacción de la gente con los robots, incluso los robots más simples. A veces las personas les atribuyen mucho más de lo que los diseñadores de esos robots pretendían. ¡Llegan a atribuirle un estado emocional a un aspirador, diciendo que está esforzándose mucho para llegar a los espacios cuando se mueve arriba y abajo! Lo interesante es que, si se observa el mismo comportamiento cuando el robot está actuando muy lentamente, no se le atribuye tanta emoción como cuando el robot actúa mucho más rápido. Está claro que las personas solemos atribuir emociones a los objetos animados como un modo de interpretar lo que hacen. Así que sin duda la gente le atribuye a Kismet cosas que no están ahí, igual que le atribuye cosas a animales más simples o a robots más simples. ¡Pero quizá eso es lo que hacemos todo el tiempo! Tal vez simplemente forme parte de la naturaleza humana, y también le atribuyamos demasiadas cosas al resto de la gente a veces… quizá forme parte de cómo funciona el tejido social, este antropomorfismo de la gente.

EL:
¿Llegará un día en que veremos a los robots como seres animados?

Rodney Brooks:
Si miramos a los robots que hemos creado hasta ahora, tienen modelos emocionales bastante simples. Pero, a veces, durante unos pocos minutos, la gente interactúa con ellos como si fueran criaturas. Y, a veces, cuando el robot está en el laboratorio y los estudiantes que lo programan están concentrados en otra cosa, de repente les llama la atención y lo ven como un ser animado subconscientemente, así que es un proceso que ya está pasando. Con el tiempo, creo que tendremos robots que interactúen con la gente durante períodos más y más largos como si fueran seres animados. Creo que nos acostumbraremos a tener estos seres que parecen animados en nuestras vidas, y que pasarán a formar parte de ellas, del mismo modo que las puertas que se abren automáticamente ya no nos sorprenden. Simplemente formarán parte de nuestra vida.

EL:
Después de trabajar con emociones en los robots, ¿cómo ve las emociones en los humanos?

Rodney Brooks:
Nuestras emociones son cruciales y determinan quiénes somos. Parte del aprendizaje de hacerse adulto de los niños es aprender a controlar las emociones. Incluso podemos intentar ampliar nuestra vida emocional mediante programas para descubrirse a uno mismo. Pero, como cultura, no disponemos de un desarrollo formal de las emociones equiparable al desarrollo del razonamiento y la reflexión. Esto me hace pensar que nuestras emociones son mucho más primitivas y que quizá no podemos contenerlas tanto como nos gustaría pensar. Y cuando contemplas las interacciones humanas en la política o en la guerra, queda patente que las emociones básicas realmente entran en juego. Las emociones son realmente el motor de lo que pasa entre estas criaturas políticas. ¡Así que creo que estamos algo atascados como seres emocionales!